Hace unas semanas escribí sobre algunas palabras o frases que usamos tan a menudo que pierden su impacto. Por ejemplo, "Te amo". En esta ofrenda me gustaría reflexionar sobre otra frase que utilizamos sin comprometernos realmente con su significado. La frase a la que me refiero es: "Dios es amor". Probablemente la hemos pronunciado desde segundo grado o incluso antes. Pero, ¿nos damos cuenta de lo que realmente se dice? Yo amo a mi hermana. Es algo que hago. No es algo intrínseco a mí, no es esencial para mi persona. Es algo que hago, pero no es algo que soy. No puedo imaginarme que no la ame, pero ese no es el objetivo de esta reflexión. En teoría podría dejar de amarla. Cuando decimos "Dios es amor", no estamos diciendo que Dios nos ama. Más bien, Él es amor. La forma en que Él nos ama es diferente a la forma en que nosotros amamos. Él no puede dejar de amar porque es quien Él es o lo que Él es, es esencial para su identidad. No hay nada que podamos hacer para que Dios deje de amarnos, porque no es algo que Él hace. Ciertamente podemos rechazar su amor; podemos rechazar una relación con Él y Dios lo respetará. La otra dimensión sobre la que hay que reflexionar es que cuando amamos, de alguna manera hacemos presente a Dios. Si Dios es amor, y San Juan nos dice en la Biblia que lo es (1 Jn 4,8), entonces cuando amamos a alguien hacemos presente a Dios. En un mundo que a veces se enamora de la oscuridad es bueno recordar que aún en la oscuridad Dios es Amor. Nosotros también colaboramos con esa verdad. Es nuestro amor el que ayuda a hacer a Dios aún más presente. Hacemos llegar el Reino de Dios amándonos unos a otros como Él nos ha amado. - Pat Arensberg es el Director de la Oficina de Evangelización y Vida Familiar. Envíale un correo electrónico a [email protected] Para más información sobre los eventos de esta oficina, visítenos en mobilefaithformation.org