Hay mucho de qué hablar en relación con la Cuaresma, pero quiero hablar específicamente de la confesión. La Cuaresma es un tiempo para centrarnos en nuestra vida espiritual y en nuestra propia conversión continua. Para ello es importante que aprovechemos la misericordia de Dios, especialmente en la confesión.
Quiero reflexionar sobre por qué Jesús nos dio el Sacramento de la Reconciliación en la forma en que lo hizo. No estoy ponderando por qué Jesús nos da misericordia, sino más bien por qué recibimos esa misericordia al confesar los pecados y recibir la absolución. ¿Nos está dificultando Jesús el encuentro con Su misericordia?
Sería justo que Dios quisiera hacer "más difícil" recibir Su misericordia. También podría ser una buena estrategia para ayudarnos a no pecar. He tenido muchas ocasiones en las que mis defensas contra el pecado fueron derrotadas por el enemigo. El pecado estaba ganando, pero la idea de tener que confesar una transgresión en particular me ayudaba a resistir. Quizá por eso Dios quiere que confesemos nuestros pecados.
A veces hago examen de conciencia y me avergüenzo de mi pecado. Creo que la vergüenza puede ser una poderosa herramienta del diablo. Nos convence de que el pecado es bueno y luego nos ataca por ser unos pecadores horribles. El maligno quiere que nos convenzamos de que nosotros somos nuestro pecado. Cuando confesamos nuestros pecados queda claro que el pecado es algo que hemos hecho (y de lo que somos responsables), pero no es lo que somos. El sacerdote puede hacer hincapié en esto durante la confesión. Quizá por eso Dios quiere que confesemos nuestros pecados.
Jesús nos da su misericordia y podría habérnosla comunicado de cualquier manera. Creo que Él eligió esto porque es lo mejor para nosotros. No estamos solos en esta batalla espiritual. La confesión nos empuja a encontrar la misericordia de Jesús. Él nos da herramientas para ayudarnos a crecer.
Puede ser fácil permitir que la vergüenza del pecado nos aleje del Sacramento de la Reconciliación, pero es Él quien nos da esta oportunidad. Desahoguémonos todos de los pecados que hemos estado cargando.