El día que sale este periódico es Viernes Santo, pero no estoy seguro de cuándo verá usted su ejemplar. Espero que lo reciba el Viernes Santo. Es algo asombroso lo que celebramos. Hubo un asesinato brutal que fue precedido por un juicio falso en el que un hombre inocente fue condenado a muerte. El hombre fue abandonado o traicionado por sus amigos más cercanos. Estos amigos no eran sólo Sus amigos; eran hombres de los que Él era mentor y a los que pensaba confiar la obra de la salvación. Este hombre murió abandonado. Para gran parte del mundo ese es el final de la historia, pero nosotros los cristianos conocemos la historia completa. Este hombre que murió no era sólo un hombre. Ciertamente era un hombre, pero era y es Dios mismo. Se hizo hombre precisamente para poder pagar por nuestros pecados. Ningún hombre podría hacer una expiación suficiente para reconciliarnos con el Padre. Ninguno de nosotros era digno de Dios. Sólo Dios podía expiar nuestros pecados. Sin embargo, la humanidad tenía la deuda. La justicia exigía que un hombre pagara el precio. Sólo en la persona de Jesucristo podía realizarse la expiación. La justicia se cumplió porque fue un hombre, un hombre que de hecho tenía naturaleza humana. La ofrenda fue suficiente porque el hombre que murió en la cruz era también plenamente Dios. Cuando Jesús murió en la cruz, un ser humano pagó el precio y el precio pagado fue eficaz porque fue ofrecido por una persona divina. San Pablo nos dice: "Porque la paga del pecado es muerte". Romanos 6:23". La muerte entró en la condición humana por el pecado. El Salvador asumió todos nuestros pecados y pagó el precio. Luego, el Padre lo resucitó, venciendo así a la muerte. San Pablo nos dice en 1 Cor 15: "El último enemigo que será destruido es la muerte". Pero, espera... ¿seguimos muriendo? Sí, pero la muerte ya no es eterna. La muerte ya no es el final de la historia; la Resurrección es la última palabra. Dios ha transformado la muerte en nuestro nacimiento a la eternidad. Ha tomado algo del enemigo y lo ha convertido en algo para nuestro beneficio eterno. Esto es lo que celebramos en Pascua. Por eso nos alegramos de que la tumba esté vacía. ¡Feliz Pascua! - Pat Arensberg es el Director de la Oficina de Evangelización y Vida Familiar. Envíele un correo electrónico a [email protected] Para más información sobre los eventos de esta oficina, visítenos en mobilefaithformation.org